sábado, 28 de febrero de 2009

"Intitulado"




I
Después de que todo termino, se fueron. Cada uno abrió su puerta y así nada mas, tal cual llegaron partieron. Inconcientemente decidieron no mirarse a los ojos, todo estaba dicho. Ella tomo todas las sombras que le esperaban en su habitación, las empequeñeció y guardo en su maleta. Él desconfiguró su computadora portátil, le añadió aquellas voces que cazo en “Invierno” y la volvió a configurar.

II
Corría el mes de Abril. Azucena de seguro se despertaría tarde aquel día. Justo había llegado la noche anterior de un viaje de 15 horas. Todo el camino disfruto del paisaje, en el transporte algunas risas se dejaban escuchar de jóvenes que iban en busca de sus madres. Era muy común que tras el parto, las madres dejaran a cargo del gobierno a sus recién nacidos para que los educaran hasta la edad de 15 años. Ella se perdió unas horas en sus recuerdos. Pensó en la granja, así era como llamaban al lugar donde trabajaba, en el se fabricaban los sueños y eran vendidos, en botellas de colores llamativos, a las personas en los grandes centros comerciales: ¡Sea una estrella esta noche buena, brille como una al menos 8 horas consecutivas! Era grande, la granja era inmensa y majestuosa. En ella imaginaba que todo podía ser posible. También los destinos se creaban ahí, después los enviaban para su venta a las farmacias especializadas del estado. Tenias que inscribirte a la granja a la edad de 10 años, pasado un mes solicitaban tu presencia para que escanearan tu cerebro dos días consecutivos. Después del estudio exhaustivo realizado por los investigadores encargados del control de las masas, a la edad de 15 años, en casa de sus padres se les asignaba su lugar en la sociedad, llegaba un gran sobre color mostaza con el costo y la dirección de la farmacia a la que debían de asistir para ser programados. Azucena había sido una de las afortunadas, logro colarse con los artistas. No era precisamente un artista, más bien auxiliar de ellos, se encargaba de exponer en una superficie real todas las transformaciones que de la mente de los artistas manaban, aquellas poesías de amores ocultos que ni siquiera ellos sabían que llevaban dentro, esos versos, esos cuentos indescriptibles que invadían todo lo que ellos representaban. Y no era precisamente que se escribirían libros de poemas o excelentes novelas. Al contrario, eran llevados a la realidad. Se inyectaban en algunos lugares lejanos y solitarios del planeta donde las personas con los suficientes recursos podían volar hacia esos rincones del mundo bendecidos por la belleza metafísica de una poesía. O ser parte de algún cuento, ser el personaje principal, sentir en tu cuerpo el dolor infernal de una vieja bala de plata, mientras devorabas campesinos tranquilamente junto a la luna. Vivir tal vez un tórrido romance con alguna dama extraña y misteriosa que solo aparece de noche.

III

Alejandro nunca se había sentido tan extraviado. Esa chica mirando su interior le alteraba y empezaba a crear oscuridad y sombras rojizas que deambulaban por los patios traseros de casonas antiguas. Alejandro era el predilecto de una línea de artistas. Su trabajo consistía en empezar a crear arte en su mente, mientras los auxiliares los monitoreaban y captaban todas sus creaciones. Al término de su jornada se acerco a Betsabé, una filosofa de poca monta que se dedicaba a crear encrucijadas morales, y le pregunto si conocía a su auxiliar. –No tengo trato con ella, pero tengo entendido que se llama Azucena- le respondió mientras encendía un cigarrillo. Alejandro no dijo mas, tomo un cigarrillo de la caja y lo encendió.



IV

No se como sucedió. Una mañana de noviembre desperté junto a el. Creo que su nombre es Alejandro, el artista del que soy auxiliar. Me dijo que llevábamos 3 meses saliendo. Le mire extrañada, sinceramente no recordaba nada de nuestro pasado. -¿es en serio? ¿Qué es esto? Necesito más tiempo para meditar tus palabras.- le dije al tiempo que me vestía rápida y tímidamente. Alejandro solo encendió un cigarro y continúo recostado en la cama. – ¿Sabes que he bajado mucho de nivel?- me hablaba sin mirarme y como si sus palabras no fueran para mi –Estoy por los suelos, todas mis creaciones han estado cayendo en clichés muy viejos. Desde que estoy contigo, todo mi mundo se ha trastornado. Azucena esto no puede seguir. Es mejor terminar justo ahora que no recuerdas nada. De seguro en la revisión semestral que nos dan, al encontrar indicios de rebelión o alguna pizca de independencia de algún tipo, tuvieron que ajustar tu cerebro. Debieron tocar nuestra historia. Ahora te enviaran a casa unos meses y yo pediré que me asignen a otra persona para tu trabajo.- -comprendo- respondí marchándome.

No fue sino hasta principios de abril que me solicitaron me presentara en casa y permaneciera en ella dos meses. Había estado muy descuidada en el trabajo. Me asignaron a una pequeña poeta de 16 años. Su poesía era muy tétrica y nuestros jefes dudaban si habría cabida en el mundo comercial para ella. Se equivocaron. Tras presentar su primer espacio privado, tuvo al menos 20 solicitudes en tan solo una semana, lo que era dada las circunstancias, excelente. O al menos eso pensaba yo. En su poema llamado “Invierno” la persona se encontraría en un lugar parecido al Polo Sur, empezaría a padecer las inclemencias del lugar, mas una especie de fortaleza interior le ayudaría para levantarse y mirar las estrellas rojas del firmamento oscuro. Vendrían después a su mente preguntas sobre la vida y la causalidad de la existencia. Preguntas y mas preguntas, la persona sentiría un especie de ahogamiento, buscaría a su alrededor algo que le ayudara a vivir, hasta que respiraría con calma. Trataría de levantarse, dándose cuenta de que va en un enorme pedazo de hielo en el mar helado rumbo a la nada. Todas las personas que asistieron, enloquecieron, terminaron en ataques de nervios, gritos, revisiones y posibles ajustes de cerebro. Los jefes estaba muy enojados conmigo por haber permitido que aquel poema inmaduro saliera a la superficie. Me enviaron a casa dos meses.

Al salir de mi cuarto con todas mis maletas, eran solo dos pequeñas, me encontré con Alejandro. –Esto es muy extraño- me dijo –Llevamos ya algún tiempo sin estar juntos y sigo siendo malo, muy malo. Debiste llevarte algo de mí y hasta que no me lo regreses no iras a ningún lado.- nerviosamente caminaba de un lado a otro. Era un chico guapo, mas su desesperación, lo hacia parecer un adicto necesitando su dosis.

V

Azucena, Azucena… Ella fue mi perdición. Trastorno todo mi mundo. Aunque todo cambio al momento que me dijo que todo seria distinto si nos adentramos en la superficie de “Invierno”. Fui a su cuarto, la encontré justo antes de que partiera rumbo a su casa. Me sentía tan mal que creo la asuste un poco. –Vamos- dijo – Ahí podrás cazar varias voces. Nos descubriremos mutuamente mientras las cenizas de nuestra locura lo permitan- entro a su habitación dejo sus maletas y salio con unas llaves. Fuimos rumbo a la superficie cerrada donde se interpretaba “Invierno”. Entramos en el y nos perdimos. Fue realmente revelador, aquello que manaba de mi no podría ser cierto, no podría realmente existir o ser posible que alguien pudiera vivirlo. La oscuridad en contraste con las estrellas rojizas y lo blanco del lugar, lograron en mí una especie de autoexilio, viajaría eternamente hacia la nada. Temblando, llenos de miedos y vacíos nos marchamos. Ella no dijo nada, simple se marcho y yo, yo solo pude encender un cigarrillo y configurar las voces que cacé en mi portátil.

1 comentario:

  1. Dios! Morganaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa me gustoooooooooooo, eso es pecas, ficcion ciencia con poesia, al contrario de lo que se cree, la ciencia ficcion es amable y acrobata de las palabras, es genial. Estoy muy contento de estar en estas Gestalts junto a ti, ahora te toca establecer el sigiente tema, y decir cuando lo publicamos, te prometo que ya no habra estos espacios de tiempo que luego te explicare por que fue. Te quiero Morgana :)

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